De esfera transparente
que cuece en verde el manto
de las viejas horas de la tarde;
todo parece húmedo,
esterilizado de urbanidad
en el olvido y la paz
de un segundo largo,
heraldo del encendido.
Hay un sentido profundo
del agua reclamando su lugar
en la memoria difusa
de la humanidad ausente;
pasa, todo, en decadente color
colapsado de horizonte
y el vasto despejarse, azul, el mundo.
Supuran, como cigarras, los sonidos
evanescentes de un recuerdo multiplicado,
surgen horadando el túnel,
a la espera ya despertada,
y plagan el campo del corazón,
apretando las vías,
demostrando su razón
hacia los pasos de barro.
Vidas que se pierden
alargadas entre los bosques,
ventanas que guardan,
noche que traerá tranquila
el sencillo sabor
de otros rincones, parecidos,
de otros rincones, menos vivos
horadados en las opalinas cavernas
de un líquido espumado e imparable,
fluido de incompleta expresión.
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