Asturias, Guadamía, Julio 2018
Me supera la nostalgia,
soldada al corazón.
Ponerla, o no,
en palabras,
ideas
que desatar
tú podrías.
Cortar
con las manos
el pecho
y enervar
la agonal pasión
de la insania.
Una infancia,
todas.
los buenos tiempos,
todos,
y uno,
bailando en círculos
del mar su borde,
que sube reptando ríos.
Frente con frente,
inseguros de todo,
muchos segundos
que, juntos,
en una vida,
enervan la nostalgia.
Inundado
hasta el colapso,
la falta de sueño
dormido;
la infinita distancia
en velocidad
de los sueños,
las imágenes,
los aromas,
las luces,
los ojos y labios,
despierto.
Desmadejado
en el revuelto
de acordar hasta
el último giro atroz
de la hierba.
Tremolante de dentro afuera,
nada fijo,
como un ente cambiante,
poco sólido,
al que los vientos
reclaman,
peleados con el sol,
las mismas estrellas siempre,
un disco azulado oculto
y la memoria pírrica
del mar
represa de lágrimas
al borde incapaz de la risa.
Me carcome la melancolía
en los dominios debidos
de la simple alegría,
y desabrido,
sin palabras,
todo se consume
en los destellos
hipersensibles
de una memoria
casi perfecta,
intacta, casi,
sobrevivida y agrandada,
siempre,
soldada al corazón.
Me puede.