Vivir por encima de todo.
No estudiar, no trabajar,
no morirse siendo viejos ricos de color amarillento.
Vivir y respetar que hay que vivir viviendo;
lo que se pueda.
Respetarse hasta cuando uno se está mordiendo
porque ya no sabe como expresar lo que está por sentir.
Y dejarse morder cuando el otro o la otra,
o los muchos otros y otras,
no conocen más manera de dejarse llevar
que colgarse de piel y carne con uñas y dientes.
Vivir, por encima de todo.
Así, en cuanto la vida os apretó un poco.
Girando y girando.
Bailando a cada paso aunque no supieras bailar
ni pudieras oír la música.
Girando y girando sin parar, como energúmenos.
Como en la canción de Tiersen, mañana,
en la que no cabíamos como derviches
y no hacíamos más que girar y girar,
vestidos de vómito y arena.
entrada anterior