Es una pradera de hierba salvaje,
graníticos racimos puestos al azar,
adornando el fondo del cielo.
Es un caramelo clavado en un limón,
un paseo por las cumbres
de siete colmillos colgados del mundo.
Es un río de colores entre montes
amigos, pinos largos y enredados,
noches de frío y calor, charcas verdosas.
Es un bache en el espacio,
un salto en el tiempo fluido,
un agosto de sandías por sombrero;
son años y segundos, nieves y arrojos.
Es juventud y belleza,
mano blanca de la tierra,
abrazo simple de la alegría.