Para andarse metidos en sonetos
hay que sacar del famélico tiempo
los grietas ocultas que den asiento
al ígneo canto urdido en cuartetos.
No se pueden acorralar sonetos
sobre la marcha del reseco miedo
ni en las mañanas que fueron corriendo,
no hay luz para disolver los tercetos.
Para poder dejar la piel en algo,
aunque hético, parejo a unos versos,
necesito de claros en el fluir
del día que pasa azorado y rengo;
necesito abandonar mente y huesos,
saltar de mí, andar tu risa, hacerme huir.