Supongo que lo siento,
antes de decirlo,
pero la ventisca
se me sigue llevando,
a pesar de todo lo demás,
de todo lo que pasa,
de los años,
de las malas palabras
y el mal contacto de los labios.
Es la misma ventisca
que me has enseñado,
de palabras raras,
violentas casi siempre,
y me sigue rascando,
es difícil encontrar refugio
cuando no queda nada
más que una campo yermo,
la desoladora visión
de haberlo perdido todo,
o casi…
Casi, que del recuerdo,
de esos trozos de ti
que me guardo,
que nadie me quita,
ni siquiera yo,
cuando harto de ese maldito reflejo
a contraluz,
luminoso sin forma,
demuestra la acerada
punción de sus raíces.
Supongo que lo siento,
antes de nada,
otra vez,
pero la ventisca
se me sigue llevando,
muy lejos,
muy al norte de mí,
mucho más cerca de ti.
Maldita ventisca,
maldita la tormenta de nieve
que nos acaba por separar,
a todos.
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