Ella no.
Ella te gusta,
dices que la quieres,
y lo sabes:
es una realidad
en la inconmensurable
necesidad de sus besos,
a través de los visajes
que nos van devolviendo,
salto a salto,
al puro ritmo
del tiempo seco,
flácido de los días pasados.
Ella no es roca,
aun dura,
es suave fluir,
bálsamo profundo y cálido
de tacto cercano,
que no se espera,
que se busca y persigue,
que se gana;
calmante, trasmina
en nostálgico tejerte
las marismas,
sombreada de noche,
nocturna y luminosa
en la larga y húmeda
orilla de las caricias.
Ella no,
ella no forma parte
de todo esto,
ella moldea a su antojo
tu mundo,
transformando la médula
del aire y la luz que respiras;
con sus manos,
sólo con sus manos finas
que atraviesan sin daño
tus ojos
hasta alcanzar la llama
de los sueños futuros,
que son todos;
todos los sueños
hablan del futuro,
lo demás son recuerdos.
De ella lo tienes todo,
del pasado al silencio,
dulce de palabras
de puro aliento;
y a los sueños;
y a todos los recuerdos…