No importan. No importan nada.
No hay nada que importe
tanto como para no volver a mirarse.
No hay errores lo suficientemente
grandes como para que no tengan final,
un final de muerte.
No hay complicaciones que no acaben,
que no cierren y punto, se alejen,
que nada es infinito,
ni siquiera los protones que te decaen.
No importan. No importa nada,
porque nada es lo suficientemente
importante para que no se te haga vida,
que todo es vida como todo,
al acabar, y sin remedio, tiene un olor
denso, dulce, callado, a cerrarse y definirse.
Nada importa tanto, nada,
que no haya que volverse a mirar
y sonreír, un poco al menos, nada,
que todo acaba por florecer,
y lo que no florece, se acaba,
y cuando acaba, ya nada importa.
Pero es que todo acaba,
y nada importa, nada,
lo único que importa es la vida,
no contarla, no sumarla,
no jugarla y competirla,
sino hacerla, hacerla bien,
hacerla mal, hacerla como se pueda,
nada importa más que,
llegados al final,
cualquier momento,
cualquiera de los finales,
darla por vivida.
entrada anterior