Vivir con menos (tú y yo),
para que podamos vivir con más;
comprar menos,
comer menos,
desear menos;
vivir más: tú y yo.
Revolución al hacerse libres
en los confines de verse
entrelazados unos con otros
y revolcarse en la untuosa frontera
del tacto y la belleza natural,
de la caricia apenas visible
a la palabra que se escurre
como tremolante arena,
por encima del miedo;
reventar el prisma
que deforma la verdad
de los otros,
de los que no conocemos.
Dar más, por coger menos,
y al carajo con la publicidad
y las olas del consumo,
y pensar más,
pero menos en uno mismo;
De fuera hacia el centro,
y que no seas tú.
Y en los miles de millones
de formas de mirar
que se encuentran en este mundo,
dudar sobre todo de la nuestra,
como remedio,
la que nos cubrió como niebla
los extraños, sanos colores
que traían las nubes.
Aprender a ver el mar
con renovados ojos de verde,
y el cielo gris, aterrador,
con el azul de la tempestad y el horror
de quién tuvo que luchar
lo que se nos dio por dado.
Aprender, de nuevo,
a ver el dolor y el hambre,
aprender a llorar ante la injusticia
y la falta de sensibilidad
que sacude la tierra que pisamos.
De fuera hacia el centro,
y que no seas tú.
No sentirse solo,
encerrados en una terrible individualidad.
No abandonarse, no,
a la suerte económica teñida de negro y muerte.
No ceder, nunca,
al poder del miedo entreverado,
que hay algo más,
que hay algo más,
que existe la vida, allá fuera,
¡qué la busques!
Y que viajes, aunque sea leyendo,
y que vueles,
que no se te reseque el corazón.
Revolución es hacernos personas,
y al carajo con las posturas y las ideologías.