Beber de tus manantiales siempre arrebolados
es beber de la vida misma harta de sus miedos;
al profundo espacio abandonado esperaría,
gimiendo en los tiempos de la línea del cielo,
caminando por las veredas de tu anarquía
inexistente, nadando en el sagrado cieno
de tu sagrada y perfecta oculta simetría.
Perdido en el espacio profundo me urdiría,
si con tal de encontrarme del tiempo en sus finales,
fuera de nuevo a hallar el rastro de tus manos
buscando el fondo de mis vigilias abisales,
suelo donde reposan iracundos mis miedos
anhelando el reposo de tus altos sitiales.
Perdido, no aguardo más que el caos de tu espuma.