A mis dos hermanas,
las dos bellas,
mujeres,
las dos, por el fuego,
listas y líquidas
trabajadoras,
semilla del candor,
del cariño y de la fuerza,
incansables personas
hermanas buenas,
buenas personas
hermanas de lo difícil
y de lo brillante,
del pasado y de gigantescos,
ciclópeos porvenires,
constructoras infatigables
de puentes en las distancias
oceánicas,
científicas investigadoras
doctoras hermanas
de lo invisible
y lo pequeño,
de la infancia y los destinos.
A mis dos hermanas,
mayores guías del dédalo,
ejemplo y melodía,
flexibles fuertes cimientos
al galopar de un mundo en contra,
a las dos en el triunfo
de la humanidad
de lo apacible
en la cocción necesaria
inacabable de la comprensión
y la compañía,
hasta en la ausencia
de tantos silencios suburbanos.
Futuro de ellas,
no hay duda,
futuro y todo,
todos los futuros,
futuro de hermanas,
encuentros cercanos
bajo la piel de acero fino
cuajada de soles,
bajo los truenos forjada.