Quieres ser rico, solo hablas de eso, de ser rico,
o de ser más rico, más loado, más querido,
y te comparas y envidias sus barbas doradas
y haces bromas, te ríes, cantas como con ellos,
planeas tu ascenso al olimpo de los que mandan.
Quieres ser rico y te abriga la voz de tus amos,
te han dicho que puedes, que no eras nada, que debes,
y te asfixias, te engañas, te pierdes, y te excusas
ante ti, que te miras temprano en el espejo;
te dices que debes, que te toca, que lo quieres,
y sigues, quieres ser rico, bello y admirado,
en la bruma de tus años bravos te enardeces
tras los futuros que solo a pocos alimentan;
¡y eres rico! Y deseas más; miras, pero siempre
alguien más que desde arriba te observa, soberbio,
riendo, alzando copas de oro que tú no pudiste.
Y sigues, escalando, en tu invierno mercurial,
entregas todo: alma, estómago, palabra libre,
tu vida espasmada en las excusas del dinero,
tu humanidad aplazada, enflaquecida, yerma
en el último rincón helado del silencio,
donde te abriga la muerte,
donde te espera la nada.
Eres rico, solo hablas de eso, pero estás muerto:
¡enhorabuena! Ya no eres nadie, lo que todos,
no te queda nada, solo tu tiempo olvidado.