Sonriendo,
así veo yo a mí tío,
esté o no esté,
siempre sonriendo.
A mí tío Manolo, que como él
no hay otro, ni por dentro ni por fuera;
no habrá quien tenga eterna su risa;
no hay quien por quererlo se contenga.
A mí tío, por todo lo que es bueno,
por todo lo que es bondad en la tierra,
por España, uvas y flamenquines,
¡que nos saben a poco estos noventa!
Nos saben a poco, porque mi tío,
y su pelo de marinas espumas,
y su risa de infinita ternura,
como todo el cariño que derrama,
siempre ha estado ahí, como si el viento,
siempre presente, siempre sonriendo.