Te digo, niña, que de nada sirve pasarse la vida
en lunas andando,
persiguiendo los futuros del éxito que no llegan.
Tiempo es lo que tenemos
y al tiempo quiero darme.
Al tiempo, que es relativo,
ni mucho ni poco,
tiempo harto de nuestra indiferencia;
¡qué es nuestro!
Tiempo, atado va a nuestros ojos y nuestras manos.
Te digo, niña, que la vida es esto,
tiempo que nos rodea de personas,
buenas sin remedio,
y de los momentos con ellas y nosotros.
La vida es tiempo
y los sueños son del tiempo
y el tiempo es nuestro,
nuestros son los momentos,
que no hay más futuro que el que en el presente hacemos.
Te digo niña que tiempo es lo que se nos da,
y aunque al final acabemos
en todas las galaxias bailando,
no hay como aprender ahora también a bailar
con mares y estrellas,
con las montañas y el verde de las rocas,
con el azul de la arena nocturna
y el rojo de los día tempranos,
contigo y conmigo,
con todos,
de su mano y de sus bocas.
¡De tu ojos!
Te digo niña que la vida es algo más,
que lo que se nos vende
tiene poco que verdad,
¡qué somos invencibles!
Como personas somos invencibles,
y siempre, siempre,
recuerda, que por muy negro
que el cielo se ponga,
cuando todo acabe,
la tormenta morirá rugiendo
y siempre habrán ganado los buenos,
como en las mejores películas,
como en todos los sueños.
Todos tenemos un final,
que podrá ser un principio,
yo no lo sé,
sólo nos queda empezar a vivir
como si el tiempo fuera nuestro,
que lo es…