Mirándote a veces no me encuentro:
tan perdido en tus formas
y en tus sabores
que el sol se disuelve en tus labios
y la luna se vuelve dupla
secuestrada en tus ojos.
Mirándote no pierdo tiempo,
porque al mirarte su tejido se extingue,
se consumen las horas
resbalando en los cambios de tu piel;
cada segundo es un roce de tu pelo,
tu tacto es tan efímero como eterno.
Mirándote no necesito sustento,
porque bebo de tus sudores
y en tus rincones me alimento,
vivo de ti al mirarte,
no hace falta más,
sólo mirarte…