Nos equivocamos

por Somnoliento

Nos equivocamos.
En algún momento
del sucio proceso,
nos equivocamos.
Le dimos las riendas
del futuro a los muertos
y ahora, por mucho
que nos propongamos,
no seremos vivos,
no seremos, ya,
ni los mismos muertos.

Tanto trabajo, tanto por el dinero,
¿para qué?
Para nada.
Para vivir en parcelas de tres horas.
Tres horas de vida antes de caer
inconscientes en un sueño
poco profundo, nada reparador;
que al día siguiente todo vuelve
a empezar, sin remisión…
Ciclo vicioso, viciado y sin fin.
Esclavos por dinero.
Esclavos del trabajo por dinero.
Esclavos en vida.
Muertos de envidia
de quién ha saltado las barreras
y ha abandonado los días grises
sometido a una pantalla azul.
Cinco días que no lo son.
Dos que apenas dan.
Soles perdidos,
lluvias que pasan en balde,
nubes que todo lo cubren.
Nos equivocamos hablando de libertad,
la libertad no existe,
es un intento fallido,
una verdad abandonada
y sometida al pragmatismo
de quien disfruta con las manos atadas.
No me atrevo a soñar
porque lloverán los palos,
cada mañana;
saltarán las barreras
y me quedará clavado
en el alambre de espinos
de sus rutinas.
Total, para las tres horas
que del día puedo vivir,
prefiero lanzarme al abismo
y saborear la caída libre,
por una vez en esta vida.
La velocidad pasará adormecida,
pero en el libre pedazo
de libertad que entre
el peñasco y el fondo estalla,
habré vivido más,
que en todos los días pasados,
enganchado a sus dogmas,
bebiendo de sus maneras.

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