No te conocí

por Somnoliento

No me conoces,
ni me recuerdas;
nunca me atreví a hablarte.
Saludarte fue lo máximo,
un gesto de mi mano,
una media sonrisa temblorosa
ante el negro de tus ojos,
no hubo más,
no tuve oportunidad…
Un día tú me hablaste.
Te acercaste y sin aviso,
sin saber el efecto
que de tu boca los lirios
en mi provocaban,
me hablaste.
Pero no hubo más.
Ahora recordarte sólo puedo,
en la memoria mejor
que en las fotos;
en las fotos no hay justicia
a tu dulzura,
a tu cabello negro y suave,
a tus manos diminutas…
Evocar me cuesta tu voz.
Un mundo por volver
a escuchar tu voz,
mirándome a mí,
sólo a mí,
otra vez.
Verte de nuevo quiero,
cerca, escuchar tu acento
musical rozándome,
y yo, libre esta vez,
saltarme el tiempo y sus bloqueos,
y arrojarme al dulce abismo
de tu piel banca,
la que guarda tus secretos,
la que esconde la flor
de tu sonrisa:
mi alegría.

Sigue leyendo

Deja un comentario