Madrid, dueña desvelada

por Somnoliento

Encontré Madrid de noche,
y no tuve que soñarla,
ruidosa estaba esperando,
de finas luces tocada.

Embriagado por sus calles,
de vida plena colmadas,
anduve en tiempo perdido,
viendo llegar la mañana.

Y no es que el sol rivalice,
con mi dueña desvelada,
es que refleja en sus cielos
toda la dulce conjura

que en el sabor de sus luces,
palabra y música traman;
fuego de bravos colores,
nubes con ojos, son y alma.

Encontré Madrid de joven,
cuándo la noche era extraña,
me cobijó entre sus ramas
de tierna osa enmadroñada.

Encontré Madrid ha tiempo
pero hoy se encuentra domada,
sometida al frío trato
de quien pretende humillarla.

Te acosan hijos bastardos,
rufianes de digna toga,
vendidos falsos ancianos
quieren dejarte sin nada:

sin tus noches de ancho suelo,
sin tus ruinas desoladas,
quieren acabar contigo,
¡y a su ambición entregada!

Pasara por tus rincones
la sangre y la letra clara,
pasara por tus umbrías,
toda las vidas aunadas.

No habrá día en que te veas,
por el dinero ultrajada,
que no podamos ni verte,
que sólo seas soñada.

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