De azul tus manos,
de rojo mi pelo
y en verde envueltos;
que gracia de ti los colores,
que gracia de mí tus sonrisas.
Dónde tus labios,
los míos dónde,
siempre buscando lo que tapas,
siempre logrando lo que escondes.
De rincones ocultos
tu luz está llena,
y yo me pierdo buscando,
la sombra que no me diera.
Cuando recuerdo, todo son estrellas,
y a veces, mieles,
otras son lunas,
pero siempre están las campanas
de las cascadas de tu cintura.
Cantabas al pie del barro
y las aureas mareas en surtidor
apenas tocaban tu manto;
cómo hacías para cubrirte,
cómo hacías para ser tan guapa,
que ni la lluvia ni el tiempo
te rozaran…