Estoy cansado,
dios, estoy harto,
destrozado,
muerto,
soliviantado…
Estoy yerto
ante tanta mierda,
ante tanto ser
humano tan poco
humano, tan monstruoso
tan asqueroso.
Me estoy quedando
ciego,
sordo,
tonto,
abotagado
con su ignorancia,
con ese amorfo
montón
de basura,
con su mentira
y su bravuconería.
Si el poeta a sí mismo
se decía cacaseno,
al ser humano,
al político,
al banquero,
al caníbal,
al informe
y al de uniforme,
yo les digo,
¡podridos!
Estáis podridos…
Cada vez me da más asco
esta simiesca existencia,
esta pérdida estúpida
de todo rastro de vida.
Pero no tu vida,
no vuestra vida,
sino la mía, la que de verdad es vida;
pesado, ¡qué no la tuya!