Bajo tu luz
siempre encuentro la sombra,
y a tu sombra
me abrigo en tu calor.
Nut milenaria reencarnada,
es el cielo nocturno
muestra de tu cuerpo
que guarda los vacíos
carmesíes de mi luz extinguida.
Es el reflejo marrón de tus ojos,
claro destello cerval,
fértil madeja
en la que beben mis sueños.
Diosa de las esferas
girando en mis días,
no apagues nunca
su música,
sigue tañendo
con tus manos chicas
las aguas que en mis ritmos
se aceleran,
que entre tus dedos
tiritan,
no de frío, no de frío:
de miedo ante el roce posible;
no de frío, no de frío:
de ansiedad ante la proximidad sensible.