Sudor de mujer,
olor de tus pechos
y a perfumes ya pasados.
Húmedos interiores,
rosas por descubrir
en gritos de rabia,
mordiscos callados;
así eras tú,
enfrentada a la luz
de tu estrecha ventana,
a contraluz.
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Sudor de mujer,
olor de tus pechos
y a perfumes ya pasados.
Húmedos interiores,
rosas por descubrir
en gritos de rabia,
mordiscos callados;
así eras tú,
enfrentada a la luz
de tu estrecha ventana,
a contraluz.
Estos textos no son más que una muestra de las noches que, aun con sueño, no nos permiten descansar. Un alivio del diario y la rutina. No le busques ni sentido ni historia, no son más que escritos del insomnio, remedios contra la vigilia.