5 cosas inútiles que no necesitas saber sobre Londres

por Con Tongoy

Los ingleses no existen, son una cosa creada por Felipe II como excusa para practicar después de sacarse el PER. O al menos eso se deduce de la capital del país, donde lo más difícil es llegar a conocer a uno de esos especímenes de los que hemos oído hablar en leyendas. Si alguno o alguna viene a Londres pensando en echarle el lazo a un delicioso, o deliciosa, British de piel lechosa y dientes retorcidos, que se lo vaya quitando de la cabeza, porque no los hay; en sustitución podría buscarse un irlandés o una escocesa, que de esos sí parecen quedar unos cuantos y se les parecen bastante. Ah, sí, y Hugh Grant es definitivamente un robot japonés pagado para hacernos creer esa mentira de que los Ingleses existen

Los anuncios de comida precocinada aquí no van destinados a jóvenes solteros, no está lo de Juan Palomo muy extendido, aquí esos anuncios van dedicados a las amas de casa. La verdad es que por mucho que Jaime Oliver se empeñe, la cocina inglesa prácticamente no existe, como los ingleses, y mejor que siga así. Por eso no les interesa lo de cocina, y cuanto menos se practique, mejor para el resto de los que aquí vivimos. Por cada piso con una cocina decente, hay cinco pequeños restaurantes de comida rápida de todas partes del mundo esperando, ¿por qué cocinar cuando puedes comprarte un “wrap” de mil colores y sabor indefinido a la puerta de casa? La materia prima es cara y difícil de encontrar, lo que hace que la mayoría prefiera entregarse a los placeres callejeros.

 

En Londres  la ley obliga a tener al menos un barman español en cada Pub, y ofrece gratificaciones a aquellos que emplean a más. O eso se deduce al menos del porcentaje de compatriotas que encuentras por esos infinitos pubs de esta megalópolis. No ocurre sólo en el centro, es por todo Londres, puedes irte a zona 6 —allí, tirando para Stonehenge—, que en el pub de turno encontrarás a otro españolito sirviéndote las cervezas. Lo dicho, algo de oficial debe haber detrás de todo esto, porque es mucha casualidad para una ciudad tan grande. Lo que parece es que esta norma la están ampliando a cafeterías, heladerías y demás establecimientos. ¡Qué suerte tenemos que podemos irnos a trabajar al norte, con su deliciosa lluvia y su envidiable cielo gris, y olvidar las penas de nuestro depauperado sur!

 

En vez de gatos callejeros, lo que encontrarás son zorros callejeros. Mucho más bonitos, donde va a parar, pero por los que es inevitable sentir cierta pena, al ver a un animal tan laureado en los cuentos y fábulas reducido a la mendicidad y a la rapiña. Es una pena que no sigan cazándolos, despezándolos con jaurías hambrientas de encantadores “beagles”, al menos antes los cuidaban un poco para poder matarlos luego a gusto; un poco como nuestros toros, vaya. A ver si va a ser por esto, por lo que algunos se resisten a dejar de matar animales por diversión en nuestro país; la verdad es que me costaría acostumbrarme a tener morlacos en vez de gatos rebuscando en las basuras por las noches…

 

Los guardias fronterizos son capaces de sonreír y hasta de despedirte con una palabra amable. Para quien haya viajado un poco, sabe la novedad que esto supone, incluso en nuestro país, donde esos Policías Nacionales “engaritados” se toman tan a pecho su trabajo que se permiten olvidar las más simples normas de cortesía o humanidad. Por no hablar de los racistas entrenados que te encuentras en las aduanas estadounidenses. Es un auténtico placer y un lujo, encontrar un país donde las aduanas son un trámite pero no un agravio para el visitante. 

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