Otro verano que pasa en un suspiro,
otro que se va de puntillas
cada vez menos niño,
cada vez más ajado, viejo…
¡Menos verano!
El verano sólo es verano
cuando eres niño,
lo demás es jugar a no serlo,
olvidar las luces de piedra
en mitad de tardes cálidas perdidas
de ciudades y pueblos apenas recordados…
¡Y tan vívidos!
Lo demás es alejarse del mar de la infancia,
matar al verano,
alejarse de «la azarosa geometría de sus blancuras».
Ah, y los besos,
también se van los besos,
que mueren con el verano,
que en verano son más temblores,
que de niño son lo que son,
eso, besos que tiemblan de besos,
besos por besos, temblando…