Micro Cuentos Salvajes III

por Somnoliento

Ana

Ana despertó, otro día más. Siempre se preguntaba el porqué de su despertar, por qué si la vida era una carga para ella, su alma no se rebelaba y simplemente partía. Ni la medicación ni la terapia habían hecho efecto hasta ahora. Ni siquiera todo este periodo de internamiento había producido la más leve mejoría. Una semana más así y recurrirían al electro shock; sus padres dieron al final la autorización, como último recurso, desesperados por la repulsión que sentía su hija por la vida.

Pero ella sabía que no tendría éxito, así se lo había dicho a Pedro, el psiquiatra del hospital. Pero él no la creía, él no aceptaba que la decisión de Ana de abandonar la vida no fuera un caso médico. Ella había tratado de explicarlo, de explicar que no necesitaba razones, simplemente, así lo había decidido. Era una decisión completamente racional, pensada y que, para una chica como ella, sensible al más leve sentimiento, resultaba completamente lógica.

Y por qué no, este mundo sólo significaba sufrimiento. Nunca le compensaron los breves momentos de alegría que a otros servían, que colmaban a los demás. Sólo ella podía tocar el sufrimiento profundo que radica en el propio tejido del universo, sólo ella. ¿Qué sentido vivir así? No, Ana no sentía que quería morir, Ana sabía que debía morir.

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