«Nunca cuentes nada a nadie, si no terminarás extrañando a todo el mundo». J.D. Salinger El guardián entre el centeno
La indolencia por convicción
ante el mundo y su moral.
Roto por su ambición,
por su alimento vulgar
y su entronada razón.
Malditos los hombres, los no
hermanos y los que queman
en ti la esperanza, humano.
Malditos ellos que niegan
sentir y te llaman raro.
Odio al magnate del oro,
al encantador de ovejas
y al que juega con el miedo.
No somos pocos, ni pocas,
más fuertes contra su dedo.
No queda más que gritar,
rebelarse ante el reinado
de intolerancia e ignorar
su garra, tiempo podrido.
Harto de ti, de mi; de llorar.