Somos pitufos de color extraño;
del color de los que no somos vistos,
de los que no buscamos el engaño
y no queremos ser, siempre, más listos.
Al contrario, preferimos el paño
rudo que de verdades es cosido,
antes que las sedas de la mentira,
los hilos de la intransigencia y la ira.
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