Este Madrid lacedemónico

por M.Bardulia
Poesía en Bardulias: Este Madrid lacedemónico

Madrid es como una Esparta moderna,
sin murallas, sin grandes monumentos,
madrileños por encima de todo;
una Esparta centrípeta,
solo que mucho más laxa y cálida,
sin tanta krypteia ni tantas moras.
Algo menos exigente con sus nacidos,
al menos durante el día,
y mucho, mucho menos dura
con todo el que viene de fuera;
en Madrid no hay ilotas,
eso sí,
salvo los fines de semana.
Ciudad flexible, maleable, dúctil,
se amolda a todo y a todos
como un aleación metálica furiosa;
ciudad, también, dura y rocosa,
cuesta arriba y cuesta abajo,
y vuelta a subir,
difícil, fiera si se la presiona demasiado;
ciudad de madrileños sin murallas,
gatos o no,
oriundos o heredados,
establecidos o recién llegados
—que si algo tiene Madrid
es que, se quiera o no,
madrileño puede ser cualquiera,
se pinte del color que se pinte,
pronuncie la de terminal
como sea que se le dé un ardite pronunciarla—,
que vemos pasar el mundo
como en una moviola,
personajes expectantes espectadores,
entre lo recio de las Castillas recias
y el aire fresco, y el sol, y algo,
un poco,
de la gracia de los andaluces salerosos.
Somos, en Madrid,
y con dos días que pases se te pega,
resistentes, de queja exangüe
a pesar de los pesares,
a pesar de las señoras y señores,
de los alcaldes y alcaldesas,
de los colores y las resacas,
de los virus, los encierros,
las movidas y los silencios.
Somos, como se ha sido siempre,
por necesidad y por gusto,
una fórmula de encuentro
para todas las Españas cainitas,
y de las que son hermanas,
un lugar de paso,
pero una ciudad de vida;
un espacio revuelto,
pero un espacio de reposo;
una nocturnidad alevosa,
pero de mañaneo delirante.
Madrid es un poco lacedemónica,
como que lo aguanta todo,
solo que en vez de rebelarnos
y levantar nuestros hoplones,
en Madrid nos reímos,
miramos a la noche,
nuestra noche, que hoy también sufre,
que hoy sufrimos con ella,
y nos echamos a las calles,
nuestras calles,
las calles de todos,
porque todo el mundo es madrileño,
solo tiene que creérselo.



Sigue leyendo

Deja un comentario