Eres de las quincenas de jazmines
enredadas en tus pechos,
de los manantiales de hierba y tréboles
manando de tu boca.
Eres de los trimestres vueltos al sol,
y en las praderas,
escondidas de tus tirones,
salta la carencia de mis horas.
Eres del monte y la sal roja,
de la roca y el brillo nubio de tus claros.
Eres del sinuoso y escarpado recuerdo
de tus grandes cumbres pequeñas,
blandas, rosadas…
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