Hay dos mundos en esta tierra insana:
Uno, que llevan los ricos,
que rigen los poderosos
que en sus manos amontonan
sangre futura de todos.
Uno, en el que solo hay miedo,
su furia y rabia de lobos,
en el que cuidan la muerte
bajo sus dioses de lodos.
Uno, al que siguen los prácticos,
los simples que no soñaron,
que abandonaron sus voces
al gris del dinero ignaro.
Uno, que llevan sus perros
políticos: muertos parvos,
vulgares muescas serviles,
ignorantes sucios tábanos.
Hay dos mundos en esta tierra insana:
Otro, que llevamos todos,
mayoría humana y viva
de la tierra, mar y cielo,
que florece con la vida.
Otro, que combate el miedo,
que no quiere saber de iras
ni se entiende con las muertes
de su promesa infinita.
Otro, que sienten los vivos
y las vivas, los felices,
sencillos calmos sentidos
en el calor de las luces.
Otro, el de los ciudadanos,
mujeres, hombres capaces
de combatir su veneno,
su boca en gritos falaces.
Hay dos mundos en esta tierra insana,
el de a quienes no importa destruir,
quemar, sufrir, matar hasta morir;
el de sus padres y su mente ingrata;
el de los de la tierra desgajada
y el desprecio por cualquier porvenir;
el de los que solo pueden parir
economías de tripas rajadas.
Dos mundos hay: el del loco egoísta,
mórbido empresario de la miseria,
y el del loco de carne, idealista,
humano y bravo frente a sus bacterias,
mayoría escondida en las sonrisas,
tú, ellos, mujeres, hombres de esta tierra.
Hay dos mundos en esta tierra enferma:
el de quienes no quieren avanzar,
perder poder, comodidad, dineros,
satisfechos, contentos de su miedo,
y el de quien solo pretende vivir,
en paz con el mundo, comiendo todos,
siendo todos, viviendo todos, pensando en todos,
repartiendo entre todos los que somos,
cuidándolo, amándolo entre todos.
Dos mundos hay: uno que solo se muere,
y a todos arrastra en su seca muerte;
otro que solo vive, y en vivir
se nos va llevando en la vida a todos,
del primero al último, incluídos esos otros.
Imagen por: dilekgenc