No apelo a la violencia,
no a la violencia por la violencia,
pero sí a la agresividad,
a la de todos unidos,
a la agresividad pacífica,
a la fuerza de la paz
contra la fuerza de la violencia,
a la fuerza de todos
contra la fuerza de unos pocos.
Apelo a la persistencia en
unos valores que no son más que humanos,
a la resistencia de todos
ante la máquina egoísta
y temerosa que se esconde
en la política del dinero y la muerte.
Apelo a los ideales,
a las utopías por construir
desde la calle, desde las vidas
de cada uno de nosotros.
Apelo a un mundo mejor,
que no vendrá sólo,
que saldrá de la fuerza
que provocamos unidos,
que vendrá de nuestra agresividad,
de la persistencia, de la resistencia
eterna y humana que hagamos juntos.
Apelo a cambiarlo todo,
a acabar con el hambre,
los poderosos opulentos,
el reinado del dinero,
la falta de humanidad,
la guerra y sus violencias,
sean del tipo que sean.
Apelo no, clamo
por un mundo mejor
posible y merecido,
un mundo para todos,
y más todavía,
un mundo de todos,
hecho y nacido de todos.
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