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Escritos, cuentos, poesía y relatos

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tercera semana de vuelta – Si don benito levantara la cabeza…

por Con Tongoy noviembre 8, 2012
escrito por Con Tongoy noviembre 8, 2012

Siempre da pena estar alejado de tu ciudad, del sitio donde has dejado familia y amigos. Aunque estés bien, aunque sepas que el mundo ofrece otras muchas oportunidades maravillosas para vivir y conocer gente nueva. Siempre da pena mirar atrás, aún con la tecnología actual, nada iguala a la sensación de sentirse verdaderamente en casa. Y eso que no todos tenemos un problema de bilocación y creación de “egregores” como a mí me pasa cada vez que salgo del terruño patrio.

Es inevitable sentir esa morriña, ese “saudade” que dirían nuestros vecinos, cuando volvemos la vista a nuestra casa desde la distancia, lo mismo que cuando la volvemos a alguno de nuestro mejores recuerdos, es una sensación de agradable melancolía y que, precisamente por eso, no tiene porque ser siempre agradable. De ahí lo de sentir pena, porque si como dijo el autor de Nuestra Señora de París, “la melancolía es la dicha de ser infeliz”, cuando la frase se invierte y lo que nos vemos es infortunados por la felicidad, sorprendidos por una cierta alegría por estar lejos de casa, la melancolía ya no es tal y lo que nos asalta, en realidad, es una profunda pena. Pena por ver como se desgaja un país en manos de inútiles, corruptos y cobardes.

Me es inevitable oír las nuevas medidas impulsados por el gobierno de la comunidad y la alcaldía de Madrid, sin echarme a temblar, sin lamentar con rabia presente lo que supondrá, según parece, el futuro del lugar en que nací. Y es que ya es lamentable ver que se deja mandar a un hombre empapado por asuntos de corrupción, sin que parezca que eso importe en absoluto, y que el relevo de un alcalde no es más que  persona sin ningún tipo de experiencia y con el bagaje de una concejalía de medio ambiente desastrosa y completamente ajena a los verdaderos objetivos del cargo. ¿Hacia dónde vamos? Me pregunto yo desde otra gran ciudad como es Londres. Hacia dónde vamos, si se privatiza la sanidad, si se hace negocio con los hospitales de la comunidad, engañándonos a cara descubierta y con una sonrisa en la cara. Qué quieren hacer de la ciudad de Madrid, única en el mundo, de día, pero sobre todo de noche, ¿qué persiguen con su visión mercantilista y anquilosada de la vida? Qué es lo que quieren hacer con mi casa, señores del Partido Popular, díganmelo, porque no puedo más que sentir miedo, terror visceral ante la idea de que quizá un día vuelva a la que es y siempre será mi ciudad, y me encontraré con la pavorosa sensación de haberla perdido para siempre.

Son limitados en sus postulados, rácanos en su razonamiento y cerrados en sus miras, así no es posible gobernar nada, así no es posible pretender gestionar y engrandecer una comunidad de más de seis millones de habitantes. Es más, creo que no están haciendo sino acabar con lo que Madrid fue y es. Sobre la señora Alcaldesa, creyendo que todo en esta vida es hacer lo que a ella, y por ende a su Papa, les parece correcto. Entérense de una vez, en Madrid vivimos gentes de más de ciento ochenta nacionalidades distintas, y es imposible contar con las visiones de todos, apoyados en criterios tan anticuados y absurdos como los que ustedes enarbolan. Madrid no es suyo, es de todos, en Madrid no vale hacer políticas de pueblo ni hacer negocio con nuestras vidas, apoyados en una elección política, que en su caso, ni siquiera ha existido. No vale en ninguna parte, pero menos en Madrid, que para eso nos revolvimos, a sangre y a fuego, cada vez que alguien intentó imponernos algo contra nuestra voluntad.

Sólo puedo sentir una profunda pena al ver lo que ustedes y otros como ustedes han hecho y quieren hacer con Madrid. Siento rabia, verdadera furia cuando compruebo que lo único que les mueve es el beneficio económico, ante el que todo vale, incluso engañar a aquellos que les elegimos contándonos milongas sobre supuestos hospitales públicos que luego han resultado ser nada más que moneda de cambio, o intentándonos hacer creer que el hecho de querer expulsarnos a todos de las calles del centro de Madrid por la noche, responde a un medida “medio ambiental” relativa al ruido en la zona. No somos tontos, es más, creo que los tontos son ustedes que creen que nos tragamos sus mentiras. Ojalá no duren mucho en el cargo, ojalá no tengamos que aguantarles mucho tiempo en el cargo y podamos deshacer todo de lo que ustedes han conseguido apropiarse de forma injusta y a costa de nuestros derechos.

A falta de una buena frase propia  sobre ese Madrid que tanto nos gusta y que a tantos seduce —un Madrid que no es el suyo, mercachifles desalmados— , tomo una prestada del que quizá sea nuestro más grande escritor, con el permiso del manco de Lepanto. Pocas descripciones encontraremos de Madrid, más detalladas y verídicas que las que Don Benito Pérez Galdós nos ofrece en algunos de sus libros:

“Es mucho Madrid este. Sale de caza de un cristiano por esas calles, noche tras noche. ¿En dónde estará la res? Tira por aquí, tira por allá, y nada. La res no cae. Y cuando más descuidado esté el cazador, viene callandito por detrás una pulmonía de las finas, le apunta, tira, y me le deja seco.”

Madrid es tanto con sol como sin él, a oscuras como sin luz. Madrid es ciudad dura, pero a la vez amable, una dualidad difícil pero que así ha sido siempre, así somos los Madrileños, y en ese ritmo interminable que ofrece Madrid, el centro de la ciudad y sus enrevesadas callejuelas y grandes plazas, son parte esencial y preciosa para todos nosotros. No intenten robarnos a la mayoría algo que siempre ha sido nuestro, con la excusa de contentar a unos pocos y con la verdad oculta del triste beneficio económico.

Por si acaso no les queda claro, ahí va otra frase del escritor canario, por ver si ya que a nuestros políticos lo de leer parece darles urticaria, al menos estas breves pero acertadísimas palabras, les hacen reflexionar un poco…

“Estamos bajo la influencia del Norte de Europa, y ese maldito Norte nos impone los grises que toma de su ahumado cielo.”

Qué razón tiene. Y si alguien no lo cree, que venga a verme a Londres y lo compruebe por sí mismo.

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