Preguntas para tardes lluviosas. ¡Y con frío! III

por Con Tongoy

Empatizar frente a Simpatizar, y la nefanda influencia de Cecil Rhodes.

En pasados post hablábamos de civilizar, pero no dijimos algo esencial sobre esa cruzada civilizadora que algunos se empeñan en llevar: ¿por qué no preguntas? ¿por qué no antes de lanzarse a civilizar, intentamos empatizar con el objeto de nuestro acto civilizador? Lo primero sería preguntar, y de hecho, conversar es una parte muy importante de la empatía, pero creo que en nuestro mundo eso es harto difícil. Como ejemplo, pondré una frase de ese falso ídolo de nuestra sociedad que es Cecille Rhodes, odioso personaje, pérfido filósofo, que ilustra la mentalidad que, muy a nuestro pesar, ha condicionado el último siglo y medio:

“Sostengo que somos la primera raza del mundo y que cuanta mayor porción del planeta esté habitada por nosotros tanto más se beneficiará la humanidad”

Evidentemente, sólo los no muy avezados intelectualmente defienden esto hoy en día, pero lamentablemente, si cambiamos un poco sus discurso, adaptándolo a los nuevos tiempos, nos resultará aterradoramente actual:

“Sostengo que somos los más civilizados del mundo y por tanto, cuanta más gente viva como nosotros, más se beneficiará la humanidad”

Ciertamente increíble, pero es un poco el mensaje que los Estados Unidos, y por ende, todo el hemisferio occidental y demás países desarrollados, han impuesto durante los últimos setenta u ochenta años. No importaba que las tradiciones o las formas de un país fueran distintas, nuestro modo de vida es el mejor, nosotros adalides de la libertad os traemos la luz y la paz. Cuántos problemas ha dado esto, cuánto estamos pagando hoy por habernos dejado convencer y habernos abandonado a ciertas formas de vivir y, lo que es más duro, a ciertas formas de pensar. No digo que el culpable sea Estados Unidos, puede ser un buen ejemplo, pero no el culpable, todos somos culpables de haber creído que en la vida moderna, disoluta, egoísta y fácil, estaba la respuesta y nuestro mejor futuro. Si esto nos ha pasado a nosotros, y formamos parte del engranaje, imaginemos lo que ha sido para sociedades menos avanzadas estructural y tecnológicamente. El resultado, sólo hay que echar un vistazo a África…

Y aún asumiendo que de verdad alguien suponga la luz y la paz, ¿tiene derecho a civilizar, a convencer a los demás sobre su mensaje cuasi divino? Yo creo que no, y ahí es donde entra de nuevo la empatía, y su diferencia con la simpatía. O lo que es lo mismo, Empatizar frente a Simpatizar.

Para ilustrar esta diferencia, traeré de nuevo al señor Rhodes a nuestro discurso, como ejemplo perfecto de lo que está erróneo afán civilizador supone. Este nefasto personaje venía a decir, más o menos, porque hablo de memoria, que para tomar la decisión de cambiar la vida de alguien, de intervenir en su vida, debías ponerte en el lugar del otro y decidir entonces, que creías tú qué era lo mejor para él, si a ti te gustaría el cambio o no. A priori suena muy bien, a cualquiera, pero este aparente inofensivo, y hasta bienintencionado, comentario incluye una trampa de lo más sibilina. Está claro que para saber lo que alguien quiere debes tratar de ponerte en su lugar, pero hay dos maneras de hacerlo. La primera, como dice el señor Rhodes, sería colocarte en su sitio y ver el problema con tus ojos, decidir entonces qué hacer y cómo. Esto sería simpatizar. La otra, según nos dice la psicología moderna, sería colocarte en el sitio del otro y observar el problema o la situación, con una sutil pero importantísima diferencia, en vez de verlo con tus ojos, tratar de verlo con los ojos de él. Esto es empatizar, y por eso es más complicado, porque empatizar es un estado más avanzado que simpatizar. Todos podemos simpatizar con casi cualquier persona de este mundo, en muy poco tiempo, pero no nos sería nunca tan sencillo empatizar, porque la empatía, si bien es una cualidad intrínseca del ser humano, en este mundo de hoy, egoísta y aislante, parece mantenerse aletargada e inánime en la mayoría de nosotros. Bastante revelador es pensar que en algunos simios, esos que comparten con nosotros el rango de simios superiores, la empatía juega también un papel determinante en su capacidad de relación. El problema es que, al contrario que nuestros primos, nosotros hemos olvidado cómo ponerla en práctica, no atendemos como es debido a nuestra labor empática y nos conformamos con la simpática, mínimo requerido —o no— para seguir avanzando en este mundo.

Empatizar, en una definición muy simple, es saber ponerse en el lugar del otro y contemplar el mundo desde sus ojos y desde su corazón. No es algo fácil, hay para quién es algo natural, pero hay muchos otros para quiénes no lo es. Pero tampoco es algo que no sea posible de alcanzar, de desarrollar. Como ya he dicho, la psicología moderna dice que está en nosotros, que está en nuestra genética como seres sociales, sólo hay que trabajarla un poco más. Y sobre todo, despojarse de esos conceptos anticuados que no hacen si no contaminar nuestras relaciones, con los que tenemos cerca, con los que están lejos y, por encima de todo, con todos los que no piensan o viven con nosotros.

La empatía es un todo, como el Historiador Cultural Roman Krznaric describe en su libro: “Wonderbox: Curious Histories of How to Live”, un proceso compuesto de distintos elementos. Y creo que en dos videos que tiene publicados por la gente de RSA, explica mucho mejor que yo su concepto de empatía y el papel que esta juega en el mundo. Creo que más de uno se sorprenderá cuando el señor Krznaric le pida empatizar con cierto o ciertos personajes, pero así es la vida, empatizas o te quedas solo.


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