Me separo de mi mano, de esa otra que supuse mi mano durante tanto tiempo. ¿Cuánto tiempo? Salgo de ella como de una vieja piel escamosa, ahogada crisálida. Rasco mis piernas, forcejeo hasta sacarme de encima estas botas de piel, de mi piel, esta maldita funda vieja. Me libro al fin del casco matricial e infeccioso. Respiro. Respiro por primera vez. Respiro en los mismos, pero otros, gomosos pulmones. Salgo y siento por primera vez la oscuridad. Veo brillar mis ojos, los otros ojos, en la penumbra de la habitación asfixiada de un doble aliento extraño. Dejo de ser, para ser. Soy otro más, personáculo de herencia casi cárnica, conocedor del sustrato, amante del alma agitada que solo emite calor. Sobre la cama, ese otro cuerpo, la vaina a medio llenar. Un reflejo perfecto, supongo, la ausencia de luz solo refleja una impresión vacía. Dormido. Yo despierto, escapo silencioso, tengo una vida que ocupar.
M.Bardulia
Sin más pretensión que disfrutar del hecho de escribir y de la posibilidad de ser leído, dejo aquí algunos de los textos que consigo sacar adelante. Espero que les guste, compartan si es así.
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