No hacemos nada. No sabemos nada.
No queremos ni verlo porque agota,
porque tenemos la cara cansada
de tanto miserable que alborota
con nuestros derechos; sobrepasada
está de nuestra paciencia su cota,
muy hartos estamos los que vivimos,
viéndoles retozar con lo que fuimos.
Hay que galopar, llegar hasta el mar
y enterrar a los vivos con sus muertos.
Enterrar su vicio y limpiar la cal
que abrasa su corazón de cemento.
Purgar la mies de sucia iniquidad
que fluye por su yermo pensamiento,
tomar el control del alba y el día:
de la gente y de su voz, melodías…